A principio de este año 2025 realizamos un viaje familiar al mar, teníamos rato de no hacerlo y se nos había olvidado el gran ajetreo que su preparación conlleva; todos sin excepción participamos de los preparativos del viaje con mucha alegría.
Los más entusiasmados eran los pequeños y yo, y nada ni nadie nos quitarían la alegría de volver a verte. jugar en la arena y sumergirnos en tus aguas.
Cuando por fin estaba frente a tí comenzó la verdadera emoción; el vaivén de las olas y el susurro que producen son un verdadero alimento a mi espíritu; tu inmensidad, los amaneceres y atardeceres me transforman y nada me perturba, todo es paz y alegría.
Me atreví a dejarme caer en tus aguas para recordar el gozo que me produces y pude disfrutar de las olas arrastrandome de adentro hacia afuera, de un lado hacia otro; ¡ toda una delicia !.
Todos sin excepción y unos más que otros nos relajamos, olvidando por un instante la tediosa monotonía del mundo que nos ha tocado vivir; la noche nos hizo recordarlo pues en lugar del murmullo tranquiliza dor de las olas se escuchaba el ritmo repetitivo y sin gracia de la frenética "dizque" musica de los bares que pululan en sus playas.
El cansancio nos venció y pudimos dormir con la certeza de un apacible amanecer y cuando depertamos nos dimos cuenta de que el sol se nos había adelantado y estaba calentando el agua para que todo aquel que se bañara en él sintiera que limpiaba no solo su cuerpo sino su espíritu.
El tiempo pasa y el paseo llega a su fínal pero llevo el recuerdo de ese lindo atardecer que tuvimos la oportunidad de ver; las aguas se tornaron doradas y en el cielo se entrelazaban tonos azules, anaranja dos, dorados y grises "todo un espectáculo" que perdurará en nuestras mentes hasta la próxima vez que te visitemos.
Con el amor de siempre.
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